lunes, 29 de diciembre de 2008

Consin problemas lingüísticos

Hace un par de años atrás leí en el blog de Alberto Fuguet algo que me llamó muchísimo la atención. Según él, gracias a que vivió su infancia en EE.UU. y luego volvió (más bien fue por primera vez) más tarde en su vida a Chile y tuvo que aprender castellano, además del chilensis; tiene ciertos handicaps o conflictos a la hora de hablar, escribir, e incluso pensar en un idioma u otro. Fuguet puso como ejemplo el abecedario. Que no puede recitarlo de corrido sin tener que frenarse, pensarlo en inglés y ahí traducirlo al castellano.

Lo encontré curioso por el hecho de que me ocurre lo mismo.
Vengo llegando de unos días en la playa junto a mi señora, mis padres, hermanos, cuñados y sobrinos. A uno de mis sobrinos lo estamos introduciendo al abecedario y a la identificación de cada letra. Mediante un juego de fichas, su madre (mi hermana mayor), mi hermana menor, y mis padres se han pasado el fin de semana largo familiarizándolo con las letras del abecedario y tener que nombrar algo que comience con cada letra. Después llegaba el momento de dictar de la A a la Z el abecedario al completo, y a diferencia de mi sobrino de 4 años que lo recitó con algo de dificultad, yo no logré pasar la letra G sin cometer algún error en el camino.

El inglés es prácticamente mi lengua materna ya que lo tuve que aprender a los cinco años, hablándolo todo el día en el colegio, la calle, escuchando y hablando el castellano solamente en la casa con mis padres. Esto se debió a que a esos cinco años mi familia se fue a vivir a la India, donde pasamos tres años para luego pasar los dos años siguientes en Singapur. Ocho años en total de colegios británicos, de hablar gran parte del día en inglés y exclusivamente el castellano en el hogar… y si es que…

Después vinieron Australia, y EE.UU. entre Uruguay, Chile, Argentina, y España. Nunca he tenido un potpurrí en la cabeza a raíz del cambio de idiomas. Creo que mis hermanos y yo siempre hemos podido hacer ese “switch” de un idioma a otro, sin sufrir grandes complicaciones o meteduras de pata. Claro, a unos más que otros les salía (y nos suele salir hasta hoy) alguna frase spanglish, o una errónea traducción literal del inglés al castellano, o viceversa; como mi hermana menor que cuando quería pan without butter, decía “consin mantequilla”. Pero a mi me gustaría pensar que aprendí a dominar tanto el inglés como el castellano bastante bien.

Lo que sí me pasa, al igual que Fuguet, es que puedo decir las letras en castellano, pero si me piden recitarte el abecedario, ahí me quedo. Si no es en inglés, estoy perdido. Son esas cosas que uno tampoco se toma el tiempo de aprender, porque si realmente nos pusiéramos las pilas (Fuguet y yo) y dedicáramos unos 15 minutos al asunto, estoy seguro de que nos aprenderíamos nuestro abecedario en castellano. Pero dejémoslo así, total, no pasa nada. Quedará como coletazo de esa ya distante educación anglosajona que tuvimos el ¿privilegio? de tener.

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