Hoy, después de la lluvia, se abrió entre las nubes negras un pequeño claro de sol por donde hizo su entrada un magnífico arcoiris que de punta a punta tocaba un extremo de la capital a otro. El fenómeno lumínico no tardó en desaparecer al enterarse que, como era el caso en todas las naciones del planeta, este gobierno no era capaz de costear su estadía permanente. Y así como llegó, el arcoiris debió volver de donde había llegado. Llevándose con él la alegría y las ilusiones de la gente.
martes, 16 de agosto de 2011
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