miércoles, 26 de noviembre de 2008

El último deseo de Tchaikowsky

Walt Whitman escribió:
“Oh yo! Oh vida! de las preguntas recurrentes;
de los interminables trenes de desleales;
de ciudades llenas de absurdos;
Qué bien de ellos, oh yo, oh vida?
Respuesta:
Que estás aquí – que la vida existe e identidad
Que la poderosa obra sigue, y tu puedes contribuir un verso.”

El poeta norteamericano nos dice que la vida es una gran obra de teatro, el mundo un gran escenario donde todos tenemos un papel, cumplimos un rol y contribuimos con un verso.

Así lo entendió André Tchaikowsky, un pianista judío polaco que a los 46 años murió de cáncer en Gran Bretaña en el año 1982. El músico en su lecho de muerte expresó el deseo de que su cuerpo fuera donado a la ciencia, salvo su cráneo. Su cabeza debía ser entregada a la Royal Shakespeare Company, porque deseaba que ésta fuera utilizada algún día para representar el cráneo de Yorick, en la escena más famosa de Hamlet.

Tchaikowsky tuvo el deseo de seguir cumpliendo un papel en este mundo y contribuir a las artes por sobre su propia muerte. Quería que por lo menos una pieza importante de su cuerpo siguiera formando parte de lo que dejaba atrás.

Es el mismo deseo que el de tantos otros en el mundo, que aspiran a que sus órganos sean donados una vez ellos muertos, para que sean trasplantados en los cuerpos de otros que pudieran necesitarlo en vida. Esta decisión probablemente sea uno de los actos más nobles y menos egoístas que exista en tiempos de hoy.

Es el caso de Francisca Ovalle acá en Chile. Una niña de 11 años que sufre de una miocardiopatía dilatada con compromiso renal y hepático y que mientras escribo estas líneas espera que el corazón donado y trasplantado anoche le sea compatible.

El órgano fue donado por la familia de Jorge Muñoz Yáñez, un estudiante de 16 años, quien falleció en la ciudad de Los Ángeles por un aneurisma cerebral que le causó una hemorragia.

El sueño moribundo de Tchaikowsky también se vio cumplido según el diario The Times, cuando 26 años después un joven actor llamado David Tennant utilizara el cráneo del fallecido pianista para interpretar el del bufón de la corte que aparece en el acto V de la obra de Shakespeare. Y qué mejor regalo que haberlo hecho en Statford-upon-Avon, la mismísima ciudad natal del reconocido dramaturgo inglés.

Al final todos somos alguien. Cada uno de nosotros ha sido parte de la vida de otros o ha formado parte de nuestra realidad o la historia mundial. Independiente de que nuestra existencia haya transcurrido de forma notoria o desapercibida, haya sido reconocida por muchos, por pocos o por nadie; nuestro paso por esta vida marca un hito, tiene importancia para alguien, porque en alguna medida, grande o pequeña, influimos en el tiempo y sus sucesos.

¿Por qué no seguir siéndolo de alguna forma cuando ya nos han enterrado?
¿Por qué no hacer que tu verso sea un eco de ti que te sobreviva?

jueves, 6 de noviembre de 2008

Anti-Encuentro con El Hombre Imaginario

Tú, silueta, tú, forma, imagen, perfil, tú, contorno, trazo, figura triste y fugaz, proyectada desde un ventanal:

¿Habrías sacado la cabeza por la puerta o me habrías gesticulado que me fuera desde la ventana?

¿Me habrías tirado piedras, un ataúd, bañado a escupitajos, o disPARRAdo?

¿Habría visto mi ejemplar de tus obras completas volar por los aires o me habrías apuñalado con el lápiz?

¿Me lo habrías firmado con sangre de narices, con una cruz o una de esas frases ingeniosas tan tuyas?

¿Me habrías bailado una cueca larga, o habrías aprovechado para soplarle un beso a mi señora?

¿ Me habrías tirado encima tu VW Escarabajo o el gato de tu terraza?

¿Habrías protegido tu privacidad con fuego, a chuchadas, bastonazos o lanzándome las obras completas de Shakespeare a la cabeza?

Porque vas por la vida como aquellos viejitos tiernos de figura quijotesca, algo borrachitos, algo verdes, algo campestres, algo tercos, algo pícaros, pero siempre astutos, cultos, ocurrentes, y graciosos que están sentados con barba de tres días en la barra de la taberna del barrio, acompañados por un pequeño vaso sucio de vino casero.

Porque contarás siempre las mismas historias, porque serás de los que se lleva a la cama a la viuda de turno, porque llamarás a las personas siempre por un nombre diferente, porque te sabrás la alineación de la selección chilena de fútbol del Mundial del 62, pero no dónde se prende un computador.

Porque por las mañanas te encantará dibujar mujeres en pelota en el espejo empañado de tu baño, por la tarde rezarle a la virgen de las heces de elefante, y por las noches desearás volver a los tiempos en que formabas parte de aquel mandala alquímico: Neruda el agua, tú el aire, De Rokha el fuego, Gabriela Mistral la tierra y Huidobro, al centro, la Quinta Esencia. (Amigos que ya partieron y que te esperan para que tomes tu merecido lugar junto a ellos en el Olimpo). Volver a los tiempos de los Actos Poéticos con todos ellos y un joven Jodorowsky.

Porque con el orgullo de un niño que acaba de rayar las paredes de la casa, te habrás llevado la alegría de tu vida al ver la polémica que creaste colgando a todos esos ex presidentes en la mismísima Moneda.

Porque seguramente en el fondo te asustó la experiencia que viviste con el autor de Howl en tu casa de La Reina. Porque eres de los que no devuelve la pelota cuando cae en tu jardín, porque irás a comprar el pan y el diario en pantuflas.

Porque cierras las persianas cuando hay un arcoiris en el horizonte, porque apuesto lo que sea a que ni siquiera sentado en el trono del baño te sacas tu gorro pescador, porque te veo sentado ahí mismo, con cara de poker, resolviendo un sudoku.

Porque prefieres una cazuela de ave con amigos que un banquete en el Vaticano, porque preferirás la tiza y el pizarrón antes que el Gran Cañón, y levantarle el vestido a la Bachelet que darle un beso en la mano.

Por todo ello… Porque creo que es la imaginación la que muere en la boca, por todo aquello que pienso y me imagino que eres y querría conocer; preferí quedarme con la intriga de qué habrías hecho o qué me habrías dicho de haber tocado el timbre de tu casa playera, y quedarme con una versión de ti que puede que no sea la correcta, pero es la que quiero conservar.

Feliz No-Cumpleaños, Rey de Corazones. Que cumplas miles más.

¡Larga vida al Rey!