domingo, 3 de abril de 2011

La Despedida

“Quiero que te vayas. Sí, te tienes que ir, esto se terminó. ¿Por qué? Porque no quiero más. Hace ya un tiempo que lo vengo pensando, que debo hacer algo al respecto, pero llegó el momento de hacer algo más, de no lamentarse más, tomar más cartas en el asunto y finalmente tomar la determinación. ¿Por qué? Porque a lo mejor ya no aguanto más. Me miro al espejo y ya no reconozco al hombre que ahí se refleja. Para ser sincero, creo que hace muchos años que ya no me reconozco frente al espejo, y para ser concreto ha estado sucediendo al poco tiempo del matrimonio, y eso no creo poder aguantarlo ni ignorarlo más. Puede que sí, puede que esto por lo que estoy pasando, le pasa tarde o temprano a todo hombre que se casa, en alguna etapa del matrimonio, y unos se recuperarán y otros no. Pero yo ya no quiero que me siga pasando a mí. Lo cierto, y esto puede que suene espantoso, es que le he dado vueltas al asunto, ¿y quieres saber la razón más fuerte de por qué quiero que te vayas y dejar las cosas hasta aquí? Es porque dentro de poco se vienen nuestras vacaciones en Madrid. Hace casi cinco años que no vuelvo a Madrid, desde que terminé allí la universidad. Desde entonces que no veo a mis amigos españoles, y la verdad es que quiero que cuando esos amigos me vean, piensen lo increíble que es que los años no me hubiesen pasado por encima. Que los años, que mi matrimonio, mi vida de casado, de trabajo como Redactor Creativo, como Periodista, mi vida sin mis malditos cigarros, no se noten. Serán pensamientos egoistas, vanidosos, quizás hasta superficiales, no sé, pero para que eso pueda pasar, antes, necesito olvidarme de ti. Así es, no quiero que estés conmigo cuando vaya a Madrid. Es verdad, puede que esto, como muchas otras cosas, se me pase, pero para que esto ocurra por lo menos tengo que experimentar la diferencia, y para ello necesito que te vayas. Quiero volver a lo que era antes ¿acaso no lo ves? A lo mejor estoy acomplejado, tal vez es una fase, una crisis de los treinta... Sea lo que sea, el punto es que ya no deseo que seas parte de mí. Imagino mis vacaciones en Madrid, proyecto mis planes a futuro y no te puedo, no te quiero ver en ninguno de ellos. Estaré muy radical, pero quiero cortar esto de cuajo, que mi memoria de ti se vaya lentamente desvaneciendo, hasta que sólo seas parte de alguna foto que alguien, que no soy yo, haya decidido conservar en su Facebook. Quiero comenzar a sentirme bien de mí mismo, de sentirme cómodo con la persona que soy, y nada de eso puedo hacer si tú sigues estando aquí, si sigues siendo parte de mi vida. Puede que todo esto no sea tan serio. Puede que esté exagerando un poco. La verdad es que a nadie le gusta un hombre con sobrepeso o guata, por muy chica que sea. No, está decidido: este rollo que tengo aquí tiene que desaparecer. Te tienes que ir”.

domingo, 24 de octubre de 2010

Apuntes de Hexametafosfato

Es una costumbre que quise instaurar una vez que nos hubieramos cambiado de oficina, y mis compañeros de Marketing no se opusieron, sino que rápidamente se entusiasmaron y apoyaron la moción.

La idea era detener todo lo que estuvieramos haciendo una hora antes de irnos a la casa los viernes, picar aunque fueran unas papas fritas, tomarse una bebida y escuchar un poco de música.

Dextrosa y Piridoxina lo encontraron una idea genial y al día siguinte de haber discutido las condiciones, los tres estábamos comprando los parlantes para el ambiente.

El primer viernes dejamos de lado todo a las 17:00hrs y comenzamos con los preparativos.

Piridoxina y yo fuimos a comprar los comestibles y bebestibles, mientras que Dextrosa se quedó en Glutamato Monosódico terminando las últimas cosas del día.

Volvimos con papas fritas sabor tradicional, un paquete de ramitas sabor queso y otras sin sabor. Yo fui el único que compró una bebida.

Cuando ya teníamos todo listo, el picoteo en plato ondo y la música a un volumen perfecto para pasarlo bien sin molestar al resto de la oficina, fue que surgió la conversación.

Creo recordar que la inició Piridoxina a raíz de algo que hizo Dextrosa, que fue sólo comer de las papas fritas y dejar las ramitas sin probar.

Piridoxina me explicó que habían ciertas cosa que Dextrosa no consumía dependiendo de los ingredientes con los que estuvieran hecho.

Para empezar, dijo Dextrosa, no como cosas cuyos ingredientes contengan palabras o nombres que no podría pronunciar un niño de cinco años.

Dextrosa tenía ese tipo de cosas, costumbres algo curiosas o raras, pero que él justificaba y uno terminaba entendiendo pero no necesariamente compartiendo. Él y su hermana, Maltodextrina, que también trabajaba en Glutamato Monosódico, eran de Palmitato de Ascorbilo, mientras que Piridoxina y yo eramos Guanilato de Sodio.

Así es, reafirmó Dextrosa, nada impronunciable.

Yo me limité a arquear las cejas y esbozar una pequeña y tímida sonrisa. Después de todo, yo sólo llevaba ahí un par de semanas y aún no identificaba con demasiada claridad las normas de conducta, de compañerismo laboral, qué podía o qué no podía crear algún tipo de incomodidad o qué pudiera directamente ofender.

Y como seguramente él ya sabe, me dijo Piridoxina, ni siquiera toca las ramitas y prefiere irse a la segura y dedicarse a lo que le queda por comer. Veamos, continuó. Qué tenemos aquí, preguntó Piridoxina, tomando un paquete al azar y leyendo la lista de ingredientes en voz alta.

La verdad es que eran todos nombres imposibles de pronunciar de corrido o sin equivocarse. Aquellos nombres parecían trabalenguas. A estas alturas reía con un poco más de soltura.

Dextrosa tomó otro paquete y también leyó. Estos no están tan mal, dijo, refiriéndose al paquete de papas fritas, aunque tampoco es de lo más saludable.

Increíble, dije yo. Son nombres realmente cómicos y extraños. Qué manera de complicarse la vida poniéndole esos nombres. Los tres nos reíamos. Debería escribir algo con todos esos nombres, dije, y con ese último comentario dejamos aquel tema que al final no era de lo más entretenido, y seguimos con otro mientras la música seguía tocando.

Una hora y tanto más tarde ya había salido de la oficina y me encontraba llegando a mi casa.

Tenemos nuestro departamento en la calle Inosinato de Sodio. Mi señora, Cobalamina, ya estaba allí junto a nuestro perro. Fuí hacia mi señora y la besé. Fue cuando ella me devolvió el beso y me dedicó un qué tal Hexametafosfato?, que me dije que algo, aunque fuera absurdo, tenía que hacer con todos esos nombres de compuestos e ingredientes extraños. Quién sabe por qué.

martes, 25 de mayo de 2010

The Adaptator

Dale suficiente tiempo al tiempo, adapta a neutro varias series de la televisión española y/o argentina por un tiempo suficiente, y pronto estarás neutralizándolo todo.

Verán, tomar un trago no es tomar un trago, sino beber un trago. Voy a mear es voy al baño, así de ambiguo. Estás muy guapa tampoco se puede neutralizar a linda, sino a bonita. Boludez se convierte en estupidez, y para adaptar algo como mentiroso de mierda te arremangas la camisa y sales con algo como mentiroso demente.

Son sólo algunos ejemplos. Pero resulta que ahora película o serie de televisión que veo es película o serie de televisión que adapto a español neutro. Es inevitable. El pibe me ofreció un porro se neutraliza a el tipo o niño me ofreció hierba. Ahí, según el contexto, tendrás que deducir que la palabra hierba se refiere a marihuana y no a algo como oregano o un té.

Después está el traducir series o documentales del inglés al español neutro. Ahí es algo más complicado ya que debes hacer un esfuerzo mayor por traducir las cosas de tal manera que la palabra en español tenga los mismos movimientos de boca que la persona que está en pantalla y hablando en inglés… Sin perder el contexto, claro.

Palabras en inglés como refrigerator se remplazan por refrigerador, aunque estoy casi seguro de que la palabra neutra ahí sería nevera, que es cuando los labios se mueven más de la cuenta debido a la clara diferencia en número de sílabas que existe entre refrigerator y nevera. Mountain es montaña y bicycle es bicicleta. Fácil.

Si queremos mantener el significado de lo que se está diciendo, alguien que grite motherfucker supongo que será traducido y adaptado al español neutro como maldición o madre mía. Nunca algo como moscas.

Ahora si alguien dice en inglés que my wife is choking, he de suponer que ahí no hay más remedio excepto poner que mi señora se está asfixiando o ahogando. Creo que atorando no se entendería en todas partes. Traducirlo a shopping -que sería perfecto para hacer coincidir los movimientos de labios- no se puede por dos razones: uno, porque la mujer no está de compras, sino que se metió un pedazo de carne demasiado grande a la boca y ahora no puede respirar; y dos, no se permiten anglicismos.

Sí, anglicismos están prohibidos, como también diminutivos, marcas y nombres propios de personas públicas. Todos esos hay que modificarlos a otra cosa.

Por ejemplo, si se dice: estuve viendo el preview de la nueva película de Sandra Bullock donde interpreta a una ejecutiva de Mattel, esto se tendrá que adaptar a estuve viendo un adelanto de la nueva película que saldrá… Uff, después adaptaré eso, pero la idea se entiende ¿no?

Y a eso me he dedicado de manera freelance estos últimos tres meses. Adaptando al español neutro dos series de televisión argentina. Es entretenido y no necesariamente fácil, especialmente cuando topas con modismos, jerga o argentinismos como la palabra cana que puede ser la cárcel o la policía, según la frase. Piña es puñetazo y guita es dinero. Me re cagaste pasa a ser me engañaste, y pegar un balazo se convierte en disparar o dar un balazo ya que el verbo pegar se reserva exclusivamente para pegatinas o cosas con pegamento. Te voy a pegar se adapta a te voy a golpear, a no ser que de verdad quieras por ejemplo pegar a alguien a la pared.

Remera se convierte en camiseta, y puta en ramera. Bueno, ramera, perra, cualquiera… Pero nunca puta.

Lo dije al comienzo. Dale suficiente tiempo al tiempo, adapta a neutro varias series de la televisión y pronto estarás neutralizándolo todo.

Ahora no puedo ver la televisión sin estar modificando o neutralizando eso que escucho. Y no me preocuparía demasiado si no fuera por el hecho que ahora he pasado a adaptar todo lo que escucho a mi alrededor.

En mi cabeza estoy constantemente adaptando al neutro todo lo que ha comenzado a decir mi señora. Y como ella es colombiana, más me entretengo. Miamor, maneja tú el carro que el trancón me tiene enfadada, lo adapto a mi amor, conduce tú el auto que el tráfico me tiene enojada. Mi hermano me dice, estoy raja huevón, ayer estuve pegado leyendo un libro filete toda la noche; y mi cabeza comienza a procesar lo que se me ha dicho y lo modifica a estoy cansado, ayer estuve entusiasmado leyendo un libro fantástico toda la noche.

Pero algo me viene sucediendo hace ya un tiempo, que me tiene algo preocupado y a mi señora bastante molesta.

Producto de una saturación de trabajos adaptando o simplemente una etapa más del matrimonio, siento que ya escucho sólo lo que quiero oír. Todo lo interpreto a mi antojo, y si no hago lo que se me dice le resto importancia, culpándolo todo en una pobre labor de interpretación, en una brecha idiomática, una confusión de lenguajes, o en una adaptación colombo-chilena imposible que dejó bastante que desear.

viernes, 9 de abril de 2010

Error, errata o malentendido III

Cuando llegó 1987 vivía en Singapur y ya dominaba mejor el inglés.

Iba a un colegio británico y me entretenía participando de sus actos teatrales, mientras que fuera de clases aprendía Karate.

Para la noche del 20 de diciembre fui elegido oveja en la obra navideña que el colegio interpretaba cada fin de año. Cuando llegó el momento de salir frente al profesorado y los padres y rodear la cuna del recién nacido niño Jesús, mi profesora de teatro me gritó “break a leg”, que, ahora sé, en inglés significa buena suerte.

Mis padres aún conservan el VHS de aquella obra. En él se puede apreciar como una tierna y aparentemente inofensiva oveja se lanza sobre la Virgen María y le quebra un brazo en dos partes iguales con una rápida y certera llave karateca.

Para colmo me equivoqué de extremidad, pero aún así creo que mi profesora de interpretación estaba feliz, ahí, llorando de lo que sólo puedo imaginar era un sentimiento de orgullo, junto al telón que cayó abruptamente ante los gritos de dolor de la Virgen María y la atónita mirada de los espectadores.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Error, errata o malentendido II

Entre los años 1983 y 1986 yo vivía en Nueva Delhi, India.

Me crié viendo elefantes, monos, osos y otros animales casi a diario.

Otro seudo-animal era la amiga vecina de mi hermana mayor. Un día pasó a nuestro baño a hacer número 2 y se limpió el culo con una toalla. Creo que al final ella se llevó la peor parte cuando un día, jugando en mi casa, se encontró cara a cara con un jabalí que la embistió con una furia repentina y cegadora. La amiga de mi hermana perdió un ojo y varias piezas dentales.

Una investigación interna en mi casa arrojó que el cerdo salvaje lo había traído yo, habiendo escuchado que el jabalí era un animal de casa. Fue cuando mi madre me enseñó la diferencia entre casa y caza, con zeta.

El jabalí tuvo que ser sacrificado y por poco la vecina también.

martes, 23 de marzo de 2010

Error, errata o malentendido

Supongo que todo comenzó aquel día que estaba en la cocina. Era el año 1983.

Yo aún era chico en ese entonces, de edad y estatura, pero desde hacía mucho venía arrastrando una especial curiosidad por el lenguaje, las palabras, sus significados, sinónimos y aplicaciones.

Ese día, lo recuerdo bien, el cocinero, que estaba frente a una olla con sopa, me entrega la cuchara de palo y me dice “revolver”. Yo saqué mi revólver y le disparé a quema ropa.
El chef murió en el acto.

domingo, 14 de marzo de 2010

27.02.10.03.34 / El miedo

¿Dónde estabas, qué estabas haciendo, cómo reaccionaste, qué pasaba por tu mente en esos instantes, qué recuerdas, qué escuchaste, dónde te pusiste, qué daños sufriste, pensaste que era el fin del mundo, qué tan valiente fuiste, abrazaste a la persona junto a ti, en qué piso te pilló, te quedaste sin luz, agua, gas, internet, en quién pensaste o intentaste llamar primero?

27 de febrero, 03:34. Aquel momento quedará por siempre grabado en la memoria de todo chileno que sintió como la tierra se sacudía a sus pies y vio como todo caía a su alrededor.

Durante esos dos minutos (¿más o menos?) todos los chilenos pasamos por lo mismo. Lo experimentamos de diferentes formas, pero nos estaba ocurriendo lo mismo. No importa si estabas en Santiago (Ñuñoa, Las Condes, Maipú o La Dehesa), Concepción, Valparaíso, Rancagua, Talca o la isla Robinson Crusoe; a todos se nos movió el suelo.

A partir de ese instante cada uno de nosotros comenzó a vivir con algo en su interior: el miedo. Ese miedo encontró su camino hacia lo más hondo de nuestro ser y se alojó ahí, un lugar donde imperaba la paz y tranquilidad, la tolerancia y la paciencia. Y el miedo se adueñó de todo aquello, enfrentó nuestros nervios y le fue doblando la mano hasta dejarlos en los huesos, convertido en un amasijo de hierros, irreconocible hasta a nosotros mismos.

Ahí está aún, alimentándose de nuestras ganas de seguir adelante, mofándose de la filosofía de vida que nos dice que debemos dejar atrás hechos desagradables y continuar con nuestras vidas recordando esos momentos placenteros.

Se deja sentir con cada réplica, deteniéndonos como conejos ante una luz en la carretera, o haciéndonos correr como un estímulo predispuesto y de muy mal gusto.
Cuando ocurre una réplica tengo la manía de dejar lo que estoy haciendo e inclinar la cabeza ligeramente hacia arriba, fijando la mirada en lo primero que mis ojos encuentran a ese ángulo, que suele ser la pared en blanco. Se asemeja al acto de cuando estás a punto de estornudar o cuando quieres escuchar atentamente a algo que está a tu alrededor, cuando quieres afilar el oído. Yo, el muy bestia y quizás por algún mecanismo cromagnon, lo utilizo para “escuchar” temblores.

Es inevitable que el factor miedo venga acompañado por el acelerado latido del corazón. Corazón delator y traicionero que no sólo se las juega por el amor o la atracción, sino que pareciera trabajar con ahínco cada vez que nos asustamos o estamos sufriendo de miedo. Esta agitación del corazón, claro, comienza con cada nuevo remezón de tierra, independiente de que les tengas miedo o no. Ahí está él, bombeando y retumbando en su caja torásica como un tambor fúnembre.

Ya han pasado muchos días desde que ocurriera el terremoto en Chile y aún se suceden las réplicas. El país ha quedado padeciendo de parkinson o se retuerce porque no encuentra la posición ideal para quedarse dormido.

Sea lo que sea, sus habitantes han quedado con el miedo en el cuerpo, una sensación que algunos buscarán eliminar con calmantes, alcohol, psicología, exorcismos o hipnosis. O simplemente seguirán con sus vidas, conviviendo por siempre con él en lo bajo de sus estómagos, llevando vidas tranquilas e inalterables para no interrumpir su sueño y despertarlo.

Seremos una generación entera marcada por el terremoto y posterior tsunami del 2010. ¿Cuáles serán los coletazos y consecuencias que sufriremos por ello?
Sólo el tiempo lo dirá.