jueves, 1 de septiembre de 2011

Lo que se nos oculta

No sé qué tipo de metabolismo o asimilación de alimentos tenga Popeye o si simplemente deja de lado los efectos secundarios que podría acarrear el consumo de espinacas. Lo único que sé es que ayer me hice una lasagna vegetariana con espinacas y hoy ya van cuatro veces que me encuentro sentado en el baño. Y ni siquiera son las 10:30 de la mañana. ¡Eso sí que es fuerte!

miércoles, 17 de agosto de 2011

Reglas del juego

Me pregunto cuál será la política del Ratoncito en cuanto a poner dientes podridos bajo la almohada. A mi viejo se le están cayendo las muelas y no sé si debiera tener alguna esperanza de recibir algo a cambio. No quiero ser yo el que le mate las ilusiones, pero la cosa no pinta bien.

martes, 16 de agosto de 2011

Easy come easy go

Hoy, después de la lluvia, se abrió entre las nubes negras un pequeño claro de sol por donde hizo su entrada un magnífico arcoiris que de punta a punta tocaba un extremo de la capital a otro. El fenómeno lumínico no tardó en desaparecer al enterarse que, como era el caso en todas las naciones del planeta, este gobierno no era capaz de costear su estadía permanente. Y así como llegó, el arcoiris debió volver de donde había llegado. Llevándose con él la alegría y las ilusiones de la gente.

jueves, 11 de agosto de 2011

La Punta

Si tuviera que comenzar escribiendo una frase al día, seguramente la primera que redactaría sería esta: "Debo escribir una frase al día". Pero como no estoy de humor, lo más probable es que comience hablando de la empanadería La Punta, que he ido enterándome que además de los locales que tienen en Av. Vitacura y Av. Manquehue Norte, tienen otro en Av. Las Condes, arriba. O sea se podría decir que les está yendo bien vendiendo empanadas chilenas. Hasta se podría decir que se han hecho el pino. Pero no lo diré porque como dije antes, no estoy de humor.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Fiebreve

Cuando caigo enfermo con fiebre, tiendo a preguntarme si el tiempo transcurrido en cama será igual de largo que En Busca del Tiempo Perdido, de Marcel Proust (que si no me equivoco lo escribió mientras en cama enfermo), o si será breve como el cuento más corto del mundo, El Dinosaurio: Cuando desperto, el dinosaurio todavía estaba allí.

domingo, 3 de abril de 2011

La Despedida

“Quiero que te vayas. Sí, te tienes que ir, esto se terminó. ¿Por qué? Porque no quiero más. Hace ya un tiempo que lo vengo pensando, que debo hacer algo al respecto, pero llegó el momento de hacer algo más, de no lamentarse más, tomar más cartas en el asunto y finalmente tomar la determinación. ¿Por qué? Porque a lo mejor ya no aguanto más. Me miro al espejo y ya no reconozco al hombre que ahí se refleja. Para ser sincero, creo que hace muchos años que ya no me reconozco frente al espejo, y para ser concreto ha estado sucediendo al poco tiempo del matrimonio, y eso no creo poder aguantarlo ni ignorarlo más. Puede que sí, puede que esto por lo que estoy pasando, le pasa tarde o temprano a todo hombre que se casa, en alguna etapa del matrimonio, y unos se recuperarán y otros no. Pero yo ya no quiero que me siga pasando a mí. Lo cierto, y esto puede que suene espantoso, es que le he dado vueltas al asunto, ¿y quieres saber la razón más fuerte de por qué quiero que te vayas y dejar las cosas hasta aquí? Es porque dentro de poco se vienen nuestras vacaciones en Madrid. Hace casi cinco años que no vuelvo a Madrid, desde que terminé allí la universidad. Desde entonces que no veo a mis amigos españoles, y la verdad es que quiero que cuando esos amigos me vean, piensen lo increíble que es que los años no me hubiesen pasado por encima. Que los años, que mi matrimonio, mi vida de casado, de trabajo como Redactor Creativo, como Periodista, mi vida sin mis malditos cigarros, no se noten. Serán pensamientos egoistas, vanidosos, quizás hasta superficiales, no sé, pero para que eso pueda pasar, antes, necesito olvidarme de ti. Así es, no quiero que estés conmigo cuando vaya a Madrid. Es verdad, puede que esto, como muchas otras cosas, se me pase, pero para que esto ocurra por lo menos tengo que experimentar la diferencia, y para ello necesito que te vayas. Quiero volver a lo que era antes ¿acaso no lo ves? A lo mejor estoy acomplejado, tal vez es una fase, una crisis de los treinta... Sea lo que sea, el punto es que ya no deseo que seas parte de mí. Imagino mis vacaciones en Madrid, proyecto mis planes a futuro y no te puedo, no te quiero ver en ninguno de ellos. Estaré muy radical, pero quiero cortar esto de cuajo, que mi memoria de ti se vaya lentamente desvaneciendo, hasta que sólo seas parte de alguna foto que alguien, que no soy yo, haya decidido conservar en su Facebook. Quiero comenzar a sentirme bien de mí mismo, de sentirme cómodo con la persona que soy, y nada de eso puedo hacer si tú sigues estando aquí, si sigues siendo parte de mi vida. Puede que todo esto no sea tan serio. Puede que esté exagerando un poco. La verdad es que a nadie le gusta un hombre con sobrepeso o guata, por muy chica que sea. No, está decidido: este rollo que tengo aquí tiene que desaparecer. Te tienes que ir”.

domingo, 24 de octubre de 2010

Apuntes de Hexametafosfato

Es una costumbre que quise instaurar una vez que nos hubieramos cambiado de oficina, y mis compañeros de Marketing no se opusieron, sino que rápidamente se entusiasmaron y apoyaron la moción.

La idea era detener todo lo que estuvieramos haciendo una hora antes de irnos a la casa los viernes, picar aunque fueran unas papas fritas, tomarse una bebida y escuchar un poco de música.

Dextrosa y Piridoxina lo encontraron una idea genial y al día siguinte de haber discutido las condiciones, los tres estábamos comprando los parlantes para el ambiente.

El primer viernes dejamos de lado todo a las 17:00hrs y comenzamos con los preparativos.

Piridoxina y yo fuimos a comprar los comestibles y bebestibles, mientras que Dextrosa se quedó en Glutamato Monosódico terminando las últimas cosas del día.

Volvimos con papas fritas sabor tradicional, un paquete de ramitas sabor queso y otras sin sabor. Yo fui el único que compró una bebida.

Cuando ya teníamos todo listo, el picoteo en plato ondo y la música a un volumen perfecto para pasarlo bien sin molestar al resto de la oficina, fue que surgió la conversación.

Creo recordar que la inició Piridoxina a raíz de algo que hizo Dextrosa, que fue sólo comer de las papas fritas y dejar las ramitas sin probar.

Piridoxina me explicó que habían ciertas cosa que Dextrosa no consumía dependiendo de los ingredientes con los que estuvieran hecho.

Para empezar, dijo Dextrosa, no como cosas cuyos ingredientes contengan palabras o nombres que no podría pronunciar un niño de cinco años.

Dextrosa tenía ese tipo de cosas, costumbres algo curiosas o raras, pero que él justificaba y uno terminaba entendiendo pero no necesariamente compartiendo. Él y su hermana, Maltodextrina, que también trabajaba en Glutamato Monosódico, eran de Palmitato de Ascorbilo, mientras que Piridoxina y yo eramos Guanilato de Sodio.

Así es, reafirmó Dextrosa, nada impronunciable.

Yo me limité a arquear las cejas y esbozar una pequeña y tímida sonrisa. Después de todo, yo sólo llevaba ahí un par de semanas y aún no identificaba con demasiada claridad las normas de conducta, de compañerismo laboral, qué podía o qué no podía crear algún tipo de incomodidad o qué pudiera directamente ofender.

Y como seguramente él ya sabe, me dijo Piridoxina, ni siquiera toca las ramitas y prefiere irse a la segura y dedicarse a lo que le queda por comer. Veamos, continuó. Qué tenemos aquí, preguntó Piridoxina, tomando un paquete al azar y leyendo la lista de ingredientes en voz alta.

La verdad es que eran todos nombres imposibles de pronunciar de corrido o sin equivocarse. Aquellos nombres parecían trabalenguas. A estas alturas reía con un poco más de soltura.

Dextrosa tomó otro paquete y también leyó. Estos no están tan mal, dijo, refiriéndose al paquete de papas fritas, aunque tampoco es de lo más saludable.

Increíble, dije yo. Son nombres realmente cómicos y extraños. Qué manera de complicarse la vida poniéndole esos nombres. Los tres nos reíamos. Debería escribir algo con todos esos nombres, dije, y con ese último comentario dejamos aquel tema que al final no era de lo más entretenido, y seguimos con otro mientras la música seguía tocando.

Una hora y tanto más tarde ya había salido de la oficina y me encontraba llegando a mi casa.

Tenemos nuestro departamento en la calle Inosinato de Sodio. Mi señora, Cobalamina, ya estaba allí junto a nuestro perro. Fuí hacia mi señora y la besé. Fue cuando ella me devolvió el beso y me dedicó un qué tal Hexametafosfato?, que me dije que algo, aunque fuera absurdo, tenía que hacer con todos esos nombres de compuestos e ingredientes extraños. Quién sabe por qué.