martes, 1 de septiembre de 2009

Lo inútil

No importa cuántas veces lo diga o repita que hoy no tengo de qué hablar, aún así usted seguirá leyendo esta entrada de blog.

Cuando tenía como doce años y vivía en la calle Las Dalias, cerca de la plaza Las Lilas (hace poco volví a aquella plaza y sentí que a pesar de los años transcurridos, poco había cambiado de la estética en sí de la plaza, aunque supuse que los juegos infantiles habían tenido que ser reemplazados después de tantos años y que los árboles estarían más grandes, más frondosos y altos desde que me fui de aquel barrio, hace ya unos diecinueve años. El Cine Las Lilas ya es cosa del pasado y cuelga sobre la plaza una cierta sombra fría debido a los numerosas edificaciones que se han erguido a su alrededor), un día caminando por ahí me topé con una billetera tirada en el suelo. La inspeccioné para ver si traía billetes, pero no. Todo parecía indicar que a alguien la había robado, sacado el dinero y tirado el resto a la calle. Lo único que había en ella eran papeles y tarjetas de negocios. Una de aquellas tarjetas decía “En caso de terremoto dar vuelta esta tarjeta”. Voltié la tarjeta para encontrar un “Te dije en caso de terremoto conchasumadre”.

No sé si esto cae dentro de la misma manía de curiosidad por ver hasta dónde llevan las cosas a pesar de que le advirtamos a uno que no lo haga, pero le estoy recomendando muy en serio: no siga leyendo esta pieza, hoy no tengo de qué hablar, su lectura es innecesaria y no lo llevará a ninguna parte.

Es inútil, usted sigue ahí, continua la lectura de esta entrada. A lo mejor tenga que ser más directo, más drástico: Deje de leer, no siga, hoy no tengo de qué hablar, siga con otras cosas, con otras lecturas de más sentido, siga con su colección de estampillas, vaya a tomarse una cerveza, salga a pasear al perro, plante un pino, comience a leer a Baudelaire, a deleitarse con René Magritte si aún no lo ha hecho, vaya a contar las semillas de una sandía. Creo que fue el libro “Neruda en Valparaiso” de Sara Vial, donde se relata como Neruda tenía una tremenda facilidad para encontrar treboles de cuatro hojas. Vial dice que el poeta caminaba sobre el pasto y donde fijaba la vista encontraba un ejemplar. Por favor, hoy no tengo tema para escribir o para que usted lea. No lea más, vaya a buscar un trébol de cuatro hojas.

Por qué no me extraña en absoluto que siga ahí… No importa qué le diga, usted va a seguir leyendo. Pero es que no es por jugar, hoy no tengo tema. No voy a hablar de los indicios de la primavera en el ambiente, no hablaré de mi cesantía, de la poesía de Allen Ginsberg, del pelo despeinado de Don Nica, del moribundo oficio del organillero, de las elecciones presidenciales, de la majestuosa blanca montaña, del olor a empanada que ya comienza a impregnarlo todo este mes en este país, no voy a ni siquiera hablar de las ocurrencias del señor Pérez Troy K. Entiendan de una vez por todas, no voy a hablar de nada porque no tengo nada que decir. ¡Hoy no me lean!

Y aún así, aquí siguen, leyéndome como unos incorregibles niños porfiados que meten los dedos al enchufe aunque se les diga que no lo hagan. ¿Por qué creen que será eso? Yo les digo que paren de leer e igualmente, ignorando lo que les digo, ustedes siguen su lectura. Y no es que siguen leyendo porque yo sigo escribiendo (a pesar de no tener de qué hablarles hoy), porque podría decirles “Por favor, sólo seguir leyendo en el exclusivo caso en que se decida celebrar el 18 de septiembre el día 4 de julio” y se los garantizo, seguirán leyéndome aunque eso no ocurra. ¿Cómo lo sé? Veamos, por favor, hablo en serio, esto es importante, tan importante como que la existencia de la vida humana depende de ello: Sólo seguir leyendo en el exclusivo caso en que se decida celebrar el 18 de septiembre (Día Nacional de Chile) el día 4 de julio (todos sabemos de qué país es el Día Nacional esta última fecha).

Vieron, no se han ido, no han cambiado de blog o de página. Ni siquiera han apagado el computador o se han ido a hervir un huevo. No, siguen aquí aunque les dije que no siguieran leyendo. La curiosidad les gana. Tampoco es que se hayan ido directamente a leer la última frase o palabra que escribo para, aunque sea, ignorar todo lo demás. No, para nada, no se han perdido de una sola coma.

Los que se fueron la primera vez que les dije por favor, no sigan leyendo; los felicito, tienen toda mi admiración. Los que siguen leyendo estas líneas que aquí sigo escribiendo, conchasumadre, les dije, se los advertí, se los repetí un sin fin de veces: Hoy no me lean, no tengo nada que contar.

¿Se dan cuenta lo inútil que fueron todas mis advertencias?
¡¿Hasta cuándo con esto?!
¡Ya paren!

Por favor, sólo en caso de tsunami seguir con la lectura de esta entrada de blog.

Y ahora qué creen que están haciendo ¿o es que escucharon una ola, aweonaos?

1 comentario:

Unknown dijo...

que decias en el resto del blog???
seguiste escribiendo???
En la proxima entrada me cuentas....
Soy obediente todavia... ¿?

Creo que "trate" de educarte con el ejemplo (aunque me confieso: haber sido una mujer rebelde)la mayor parte de las veces.

No pude con mis impulsos internos, pero no creo merecerme ser llamada asi....por NO leerte hasta el final!!!

hasta la proxima!!