miércoles, 26 de agosto de 2009

La Fortuna

Hoy cumplo 100. Cien días de cesante, un numerito bien redondo. Cien.

Podría ser peor, podría llevar 101 días, pero no, sólo llevo 100. Qué sería de mi vida si estuviera 101 días cesante. Sería horrible, sería catastrófico e insoportable. Menos mal que sólo llevo cien. No sé qué sería de mí si llevara ciento un días de inactividad laboral.

Si yo fuera una persona que llevara ciento un días de cesantía, pensaría seriamente en buscarme el árbol más alto de la ciudad desde donde colgarme del cuello. Ciento un días desempleado, debe ser indescriptible.

Siento pena por aquellos que llevan 101 días sin trabajo. Qué suerte la mía que sólo llevo cien, que no son tantos si lo piensas, la luz aún se divisa al final del túnel. La luz es vaga y débil, es practicamente un punto blanco microscópico en un lejano y negro horizonte, pero me imagino que los que llevan 101 días ni siquiera se podrán aferrar a eso, pasando el día ciento uno en absoluta oscuridad y sin saber si algún día saldrán de ese agujero en el que se encuentran, palpando las paredes que los rodea con la palma de las manos pero sin saber en qué dirección seguir. Qué agustioso, dios mío, no quisiera estar en los zapatos de esos otros, esos que llevan 101 días en mi misma situación.

Me siento afortunado la verdad, a pesar de mis 100 días no lo veo todo color hormiga, no todavía, por qué habría de verlo todo así, tan pesimista. Ahora, los que llevan 101 días, madre mía, no me puedo ni imaginar por todo lo que estarán pasando. Para ellos los días deben ser eternamente largos y desesperantes. Me imagino que ni se darán cuenta que afuera el tiempo ya comienza a mejorar, que de a poco hemos ido dejando el frío invierno atrás, que los árboles ya comienzan a germinar, que los pájaros ya cantan otra melodía, una melodía más alegre, más festiva, que los restaurantes ya comienzan a abrir sus terrazas y quitasoles, que la gente va por la calle más contenta porque se acercan las fiestas patrias y las eliminatorias mundialistas que posicionará al país en uno de los primeros puestos de las clasificaciones.

Pobre de los que lleven 101 días sin ver trabajo, los que todo ese tiempo se despierten con la angustia de no poder marcar tarjeta, de hacer algo con sus vidas para subsistir, para mantenerse ellos mismos y/o a sus familias. Los que vagan por la ciudad con un aire nostálgico y opacado, caminando sin rumbo fijo, a donde sea que los pies los quieran llevar. Ciento un días sentados en un banquito de parque, viendo como los viejitos les dan de comer a las palomas mientras estos “ciento uno” van con su diario bajo el brazo, circulando los avisos de empleo que les ha llamado la atención. Se los ve sacándole fotocopias a sus curriculums vitae, imprimiéndolos en cibercafés. Están en las bibliotecas y cafés literarios, con la mirada perdida y somniolenta, cabizbajos revisando la sección de Artes y Letras que sale los días domingo en el diario El Mercurio porque es donde los avisos de empleos más suculentos se pueden encontrar.

Los “ciento uno” lo tienen difícil, sus esperanzas cuelgan de un hilo demasiado fino. Han perdido todo el brillo en sus ojos, se han olvidado a lo que sabe el champagne, sienten que les llueve sobre mojado y que el día en que por fin vayan a encontrar donde trabajar está a miles de kilómetros de distancia. No son más que sombras, almas que deambulan por las calles, las plazas, con tiempo de sobra para hacer lo que quieran, cuando no están en la cola cobrando sus seguros de cesantía.

Es lamentable, pero no es más que la pura y dura realidad aunque muchos elijan no verlo e ignorarlo. Son un porcentaje de la población, nuestra población. Son padres, tus tíos, primos, hermanos, tu vecino. Podría ser uno de ustedes el día de mañana… Qué sería de ustedes si estuvieran ciento un días sin encontrar trabajo. ¿Acaso no estarían arañando las paredes y aburriéndose como ostras, mis queridas sanguijuelas? No les deseo un mal de tales dimensiones. A los que sí les deseo lo mejor es a los que llevan 101 días cesantes.

¿Yo? Yo… Yo por fortuna sólo llevo 100.

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