martes, 2 de febrero de 2010

La Muestra

Alo? Buenos días, Buenos días, la llamaba por una consulta, quería saber si en en aquel centro médico hacen espermiogramas, Sí, junto con su orden médica retira el envase, una vez realizada la muestra en su casa debe traerla en el plazo de una hora para que la muestra esté óptima para poder hacerle los análisis correspondientes, Ahh muy bien, muchas gracias, hasta luego, Adiós.

Después de tantos años, cómo iba a saber que iba a tener que recurrir una vez más a aquella ya dejada técnica manual que significaba el acto solitario de exitación corporal.
Me reía para mis adentros de sólo pensarlo, mientras mi señora se reía directamente en mi cara.

Supuse, después de tantos años fuera de práctica, que sería como andar en bicicleta. No me acordaba a qué edad había comenzado en el arte, cómo lo fui perfeccionando o dominando con el tiempo, ni cuándo había sido mi última vez. Pero de la técnica no cabía duda, era tan básica como limpiarse el culo o sonarse la nariz.

Cuando llegó el día de hacerlo, me esmeré en los detalles. Por la mañana, después de enjabonarme bien el cuerpo, los brazos, etcétera, me corté las uñas de la mano. A lo mejor una manicura habría estado a la orden del día, lucir unas manos cuidadas, uñas limadas y en total armonía con el contorno de la punta de los dedos. Pero rápidamente deseché aquella idea. Jamás me había hecho una y sentí que una manicura tenía un cierto aire reservado para mujeres y metro sexuales, para nada rudo o masculino, y que además desentonaba con el acto en el que estaba a punto de embarcar, un acto macho, de hombre recio con pelo en el pecho y huevos bien puestos.

Así estaba bien. Tampoco era motivo para encender velas aromáticas o escuchar una recopilación de las mejores canciones románticas… Aunque un poco de alcohol previo a la cita no habría sido mala idea.

No voy a entrar en detalles sobre lo que hice después, pero sí mencionaré que ahí estaba, horizontal sobre mi cama dos plazas, cuna y testigo de los placeres del amor matrimonial ahora alterada por ese acto solitario en el que me econtraba inserto en ese instante, cuando de repente mi concentración fue violentamente interrumpida por el sonido ensordecedor del timbre de la puerta.

Paré en seco. No podía ser. En un instante mi mente pasó de estar en un momento lleno de recuerdos dulces y sobre todo placenteros de la adolescencia, a estar nuevamente recostado sobre mi cama, con los pantalones en los tobillos y las manos ocupadas. En una fracción de segundo, las diapositivas de recuerdos juveniles, íntimos, de noches debajo de las sábanas, solo y a oscuras, con los oídos atentos a cualquier ruido que proveniera del otro lado de la puerta cerrada, exitado por el peligro de ser descubierto y por lo que me estaba haciendo ahí abajo, cubierto por la frazada en fricción con mi mano derecha; dieron paso a un sudor frío que se apoderó de mi cuerpo entero.

Fue cuando vino el segundo timbrazo. Alguien definitivamente quería algo. No fue hasta que tocó el timbre una tercera vez que caí en cuenta de quién podía ser. Era el conserje del edificio que venía a entregarme el vuelto de los gastos comunes que le había pagado sólo un par de horas antes.

Me subí los pantalones y dejé el frasco vacío en el velador. Cuando llegué a la puerta había un billete de 5000 pesos en el piso. El conserje, cansado de esperar o pensando que había salido, me pasó el vuelto por debajo de la puerta. Nunca había visto el rostro de Gabriela Mistral tan burlesco. La maldita no disimulaba la gracia que le estaba causando toda esta patética situación.

Finalmente pude realizar el depósito, eyacular la muestra dentro del envase a analizar.
Me quedé ahí sobre la cama, la mano y el brazo acalambrado y con ganas de fumar un cigarrillo, a pesar de haber dejado el vicio hace ya unos cuantos años.

Fue cómico comprobar cómo cuando más joven la masturbación la ejercía acompañado por un cúmulo de imágenes mentales y eróticas de mujeres, actrices y modelos que había visto en revistas o en la tele. Sin embargo ahora, en esta oportunidad, la mente me había bombardeado con los casi olvidados recuerdos de esas mismas experiencias, de esas “amorosas” noches de ferviente adolescencia.

Mis ganas de seguir recordando aquellos tiempo y de fumar, rapidamente se… esfumaron, al recordar que contaba con una sola hora para ir a dejar la muestra de espermiograma al centro médico.

El caminar con una muestra de semen dentro de mi mochila no facilitó más las cosas.
Tenía la sensación de estar llevando dinamita encima y que buscaba rápida pero a la vez cautelosamente un lugar donde hacerla explosionar.

Más nervioso me puso el encontrarme con carabineros a pocos metros de distancia. El centro médico quedaba cerca de la casa de la presidenta Bachelet, lugar siempre custodiado por varios policías a la redonda y que ahora miraban atentamente a esta persona que de una manera muy nerviosa caminaba frente a ellos.

Y si me hacían abrir la mochila, me preguntaba yo, cómo explicarles aquella sustancia lechosa enfrascada en un recipiente transparente de tapa roja.
Rápidamente me vi tirado sobre el pavimento, boca abajo con las manos sobre la cabeza, mientras los carabineros pedían refuerzos al Gope, todo esto transmitido por todos los noticieros del país en una cobertura especial de último momento. Obviamente.

Pero no, seguí caminando hasta perderlos de vista. No iba a ser detenido ni interrogado por el contenido de mi mochila. Esta vez no volaría por los aires ni atentaría contra nadie.

Finalmente llegué al centro médico y le entregué mi espermiograma a la enfermera de turno.

Todo fue una experiencia que espero no tener que repetir demasiado pronto. Creo que definitivamente dejaré la masturbación a las nuevas generaciones de adolescentes y jóvenes por venir. Yo me quedaré con mis recuerdos de esos años y los archivaré en mi memoria, junto a tantas otras experiencias de infancia y juventud.

Quisiera agradecer a todas las modelos, actrices y preciosas mujeres en general de aquellos tiempos, que sin saberlo me acompañaron durante esas solitarias noches de mi vida.
Y a mi señora por dejarme sacarlo a la luz. Ella todavía se ríe de todo esto.
Gracias.

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