martes, 17 de febrero de 2009

Esto de vivir con (buenos) recuerdos

Un estudio holandés ha revelado que dentro de poco estará disponible una pastilla que podrá borrar los malos recuerdos de aquellas personas que sufran alguna fobia o trauma postraumático.
La novela ficticia del español Ray Loriga, "Tokio ya no nos quiere", toca justamente esto. Cómo una persona en un futuro no muy lejano viaja por el mundo en nombre de una empresa vendiendo pastillas para borrarle los malos recuerdos a la gente. El problema con el protagonista es que a medida que pasa el tiempo va consumiendo su propia mercancía, perdiendo recuerdos de quién es y qué es lo que hace.

Obviamente si algún día este fármaco sale al público tendrá que venderse bajo receta médica o me imagino que se distribuirá en centros especializados o bajo supervisión médica que trate estos trastornos.

¿Qué sería de aquellos que se apoderaran de este medicamento y lo usaran con otros fines?

¿Sería capaz de borrar alguna mala experiencia que tuve con alguna polola? ¿Podría borrar los malos recuerdos que un inmigrante haya experimentado en su país de origen, o de un recién liberado preso de Guantánamo que tuvo que soportar vejaciones y malos tratos de parte de los soldados estadounidenses? ¿Podré borrar de mi registro mental que fui un fumador empedernido y además los deseos que aún conservo de fumar después de tres años de haberlo dejado? Y si se trata de una mujer que ha sufrido los malos tratos de su marido ¿podrá borrar los ataques o a su mismo marido de su memoria?

Supongamos que por esas cosas bizarras de la vida una pareja de pololos decido hacer un experimento. Están tan enamorados y tan seguros que su amor puede contra todas las barreras, que deciden retar el destino, el tiempo transcurrido, las experiencias vividas juntos, y se toman una pastilla cada uno con el deseo de que se despierten al día siguiente ignorando la existencia del otro pero confiados de que reconocerán el amor en el rostro de su pareja -que ya no conocen- cuando el destino vuelva a juntarlos. Sabrán en ese momento que el sino de cada uno es estar con el otro para siempre. Se volverán a conocer, a enamorar, a vivir nuevas experiencias juntos y vivir felices para siempre.

¿Y si la pastilla borrara más de lo que quisiéramos? ¿Qué tipo de consecuencias tendría el tomar demasiado de esta droga? Si se le administra una a Fidel Castro, ¿se acordará de quién es y las cosas que ha hecho, o sólo será un viejito cascarrabias que no sabrá por qué mierda lo único que hay en su clóset son vestimentas color verde olivo?

¿En qué clase de seres humanos nos convertiríamos si se nos pasara la mano y tomáramos más de la cuenta? Seres descerebrados y perdidos por el mundo borrando todo lo que nos pareciera demasiado desagradable para soportar, unos hedonistas sin constancia de haber sufrido un mal en nuestras vidas, todas nuestras experiencias de vida serán maravillosas y de color rosa, una vida llena de placeres y buenos recuerdos que conservaremos en nuestra memoria y los álbumes de foto.

Habrá que esperar y ver cómo evoluciona esto del betabloqueante genérico propranolol. Ver si de alguna forma se pueda usar contra la delincuencia o para reinsertar delincuentes a la sociedad, por ejemplo.

Mientras tanto, que sigan los científicos investigando y borrando el origen de traumas y fobias que impidan a personas desarrollarse como tal con normalidad.
¿Por qué no? Se podría debatir.

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