miércoles, 19 de agosto de 2009

Dicta Dura III

Estimados señores slash as, dos puntos… Me dirijo a ustedes desde un lugar que no quiero revelar simplemente por temas de seguridad, punto. No es que sea una figura importante y tema sufrir un atentado o no quiera estar en el ojo público con tanto paparazzi dando vuelta, coma, no, coma, es una cosa de temor por mi integridad física, punto seguido. Me explicaré, punto y aparte. Todo se podría resumir en el simple hecho de que mi señora tuvo el desatino y la mala fortuna de abrir el paraguas puertas adentro, coma, dentro de nuestra casa, coma, sin razón aparente, punto seguido. Aquello ha desatado un verdadero torbellino de dudas sobre cómo va a afectar esto nuestra hasta ahora tranquila convivencia en este mundo y de qué manera nuestras vidas se verán alteradas por un rosario de hechos lamentables y acontecimientos desafortunados, punto aparte. La verdad es, coma, señoras y señores, coma, que me vida desde este hecho ocurrido sólo esta mañana, coma, se ha transformado en una bola de nervios que a continuación querría relatarles, dos puntos. Al despedirse de mí en la puerta, coma, mi señora me hizo esperarla al comunicarme que debería llevarme un paraguas al trabajo porque hoy pronosticaban lluvias para esta noche y no quería que me mojara y enfermara, punto. Llegó con el paraguas en la mano y me lo entregó, coma, sin antes abrirlo en toda la entrada de mi hogar para verificar que éste funcionara adecuadamente, punto seguido. En qué estaría pensando, coma, simplemente no sé, punto. Tampoco sé a ciencia cierta si ella estaría al tanto de la creencia popular, coma, y saber si inclusive mundial, coma, que abrir un paraguas puertas adentro acarrea mala suerte, punto. Pero no quise alterarla innecesariamente, coma, especialmente si sus intenciones habán sido buenas y para que no se quedara con la idea de que había sellado mi destino con un tan simple gesto de preocupación, punto aparte. Pero yo sí lo pensé en seguida, punto seguido. De haber sido fijada, coma, mi señora también lo habría advertido en mi mirada de terror, punto. Había desencadenado una desgracia, coma, había abierto una caja de malos augurios, coma, me había echado un mal de ojo, coma, y todo con abrir y cerrar un insignificante paraguas dentro de nuestra casa, punto. Cuando me besó adiós supe que me había enviado a la muerte y comencé a dudar sobre si lo había hecho todo a propósito o no, punto seguido. Y ahí estaba, coma, dándome el beso de la muerte, coma, enviándome allá fuera a encontrarme con mi destino fatal, punto y aparte. Dicen que las mujeres florecen, coma, rejuvenecen cuando enviudan, punto seguido. Abra punto de exclamación, malditas ellas las mujeres que lo lloran a uno un par de días y luego están ahí con las manos entre la cara fingiendo estar destrozadas llorando, coma, cuando la verdad es que mantienen un ojo abierto y alerta para ver qué hombres se les acerca para consolarlas y extenderles un pañuelo para secarse esas tan convincentes lágrimas de cocodrilo, cierre exclamación. Rejuvenecen, coma, comienzan a hacer todas esas cosas que jamás habrían pensado hacer cuando estaban casadas con uno, coma, y como si se las hubieramos prohibido en vida, puntos suspensivos. Con Y mayúscula, y ahora tengo que andar con sumo cuidado, coma, cuidándome de no caer muerto, coma, de no morir electrocutado si apreto el botón para que se me abra la reja de mi casa, coma, de no morir aplastado por un piano de cola al salir de mi casa, coma, de no ser atropellado camino a la oficina, coma, no quedar atrapado en el ascensor del edificio, coma, que no se me caiga café hirviendo sobre las piernas, coma, que no me corte el dedo con un papel, coma, que no me explote el microondas de la oficina a la hora de almuerzo, coma, que no me parta un rayo camino de vuelta a mi casa esta noche, coma, todo, coma, cualquier cosa me podría suceder ahora gracias a ese maldito paraguas, punto y aparte. Había pensado tirarlo a la basura al llegar a mi casa esta noche, coma, quizás romperlo ahora mismo para terminar con la maldición, coma, el mal de ojo, punto seguido. Antiguamente en Europa para eso eran construidos los arcos o las puertas de triunfo en la ciudad, dos puntos, para que las tropas que volvían triunfantes de alguna batalla desde fuera pudieran pasar victoriosos por ellas, coma, volviendo a sus hogares, coma, a sus familias y a su país habiendo triunfado sobre el enemigo y además, coma, las puertas o arcos servían para limpiar a los guerreros o soldados de cualquier mal de ojo que le pudieran haber echado su contrincante o enemigo, punto aparte. Abra signo de interrogación, sabrían ustedes hasta cuándo dura esta mala suerte, cierre signo de interrogación y abra otro, sabrían si la mala suerte es de algún sentido en particular o es generalizada, cierre signo de interrogación y abra otro, qué puedo hacer para poner fin a esta maldición que mi señora me ha arrojado con o sin querer, cierre signo de interrogación. Ustedes son los indicados a quienes hacerle este tipo de preguntas y me encomiendo a ustedes y a su entendimiento en el tema, punto. Sepan que mientras tanto me encuentro atado de manos, abra paréntesis, no literalmente, cierre paréntesis, coma, esperando que se pronuncien para no darle rienda suelta a lo que podría convertirse en una verdadera catástrofe de infortunios varios, punto y aparte. Sin más, coma, se despide de ustedes muy respetuosamente, coma y aparte…

Pérez, Troy K.

Ahora mijita suélteme la mano y envíeme eso lo antes posible.

No hay comentarios.: