miércoles, 20 de agosto de 2008

Blog-glob-¡plop!

¿Habrá llegado el momento que tenía que llegar?
Debo reconocer que llegó más temprano de lo que hubiera querido: se me terminaron los temas para el blog. Ahora más que un blog, siento que lo que hice fue un ¡plop!

Todos me preguntan dónde estoy, qué me pasó, dónde me metí, si tengo los dedos crespos, por qué cresta no he escrito nada. ¿Y si me estaba engañando a mi mismo y todo esto fue un momentáneo lapsus de locura? En ese caso creo que colgaré el cartel de Cerrado por Luto. Sí, luto, esto ha muerto y prefiero enterrarlo antes de que comience a apestar.

Algunos me tildarán de exagerado, de querer llamar la atención, de crear crisis donde no la hay.
¿Y qué hago? Hace días que no se me ocurre nada. Esa voz que se colaba por entre mi ventana durante la noche y me susurraba la idea para una nueva entrega parece estar jubilada. Eso de estar escribiendo de cosas generales, triviales y cotidianas se perdió en un abismo, en un agujero negro. Todo eso de los pequeños detalles del día a día que a veces pasan desapercibidos y que yo desinteresadamente hubiera querido inmortalizar en un papel o sobre la pantalla, se fue para no volver.

Cosas como la atracción y la complicidad de miradas entre dos personas desconocidas dentro de un vagón de metro. La manera en que sube la espuma de una cerveza recién servida en un vaso. El vuelo casi matemático de una mosca que está atrapada en tu habitación. El poder de la mente para imaginar el rostro de una persona al otro lado del chat cibernético. Los segundos antes de que comience a llover. La lágrima que se le escapa a algunas personas cuando ríen demasiado. Los rostros de sueño y agonía de los estudiantes en periodo de exámenes. Cosas así, todo, quedó en el pasado de una fama efímera, breve y fugaz que en cosa de horas ya nadie recordará.

Todas esas reflexiones, esas cosas del diario vivir, chao. El asco a la rutina, al materialismo, a la falta de sueño, a la añoranza del mar. Al contraste del amor hacia la rutina, el materialismo, hacia la falta de sueño y la añoranza al mar. Porque admitámoslo, la vida es así, se ama a las cosas que se odia, se odia las cosas que uno ama, porque a veces la vida es un cúmulo de incongruencias y contradicciones. Y no soy metafísico para mis cosas, ni mucho menos, ¿pero acaso no hay veces en que te encuentras cuestionándote el por qué de muchas cosas que ignoramos por el mero hecho de no poder cambiarlas?

Pero ya, me desvié del tema, me puse muy denso, quizás un poco cansado, a lo mejor demasiado encerrado, puede que esté demasiado yo. Debe ser que ya necesito unas vacaciones. Pero dentro de poco estaré en Colombia, donde me espera la Sabana de Bogotá, los montes a veces ocultos entre la niebla y las nubes bajas que amenazan tormenta. Me espera toda esa gastronomía, toda esa fruta. Me esperan las zorras (y no es lo que parece), los aromas, la “gente play” y los que venden cosas en los semáforos. Todos mis hermanos colombianos.

Mi familia colombiana, los amigos y los enemigos, los conocidos y los desconocidos, los religiosos y los ateos, los conservadores y los revolucionarios, los jóvenes y los viejos. Esperen, se me acalambraron los dedos.

Los minutos dentro de esta oficina parecen estirarse como un elástico y a veces no aguanto ver la pantalla en blanco, por eso escribo de cualquier cosa apenas se me da la oportunidad. Algo le pasa al computador de un colega de oficina. Tintinea descontroladamente. Si lo miro detenidamente por un periodo suficientemente largo quizás tenga suerte y me venga un ataque epiléptico. Esas cosas ocurren. Mi compañero de escritorio derrepente me verá caer con convulsiones y luego pasa lo que pasa. ¡¡¡Dios mío, que alguien llame a una ambulancia que este weón se nos está yendo, miren como tiene los ojos apunto de reventar, y la lengua, que alguien le sujete la lengua que está por tragársela!!! ¿¡Dónde mierda está esa ambulancia que este idiota se nos está ahogando en su propia espuma?!

No me queda otra cosa que imaginarme algo así, ya que no puedo esperar un temblor o terremoto que me saque de esta monotonía. Quizás un incendio, que inexplicablemente se origine en uno de los cubos de basura. Cosas más extrañas han sucedido.

¿Se dan cuenta ahora por qué no me vuelan bajo las ideas para un nueva entrada de este “glob”? Tengo la cabeza dándome demasiadas vueltas alrededor de la locura. Pero no me importa pi pi pi, porque tengo... mierda, no tengo torta. Me acaban de interrumpir. Un ejecutivo que me vino a entregar una Orden de Trabajo. Vamos, vamos, ¿si te recibo la Orden con una sonrisa cínica, me dejas en paz? Vuelve después, que ahora estoy concentrado en que me llegue un ataque epiléptico y tú me lo estas arruinando. Se habrá visto semejante idiota... ¿Dónde estaba?

Sé que cuando me piden que escriba algo, esto no es precisamente lo que tienen en mente. Pero sepan que yo tampoco, que son sólo las voces que pueblan dentro de la gran nebulosa que es mi cabeza. Un típico caso de comportamiento psicopático.
Únanse en una causa o algo en eso del Facebook. Algo así como “Entierren a Trinquete para que descanse en paz”, “Terminemos con este (su) martirio”.
Qué quieren que haga cuando las perturbadoras voces no dejan de repetir “Continua… continua… persiste…” Qué puedo hacer… Yo sólo soy la víctima en medio de este cruce de bala-bras. ¿Por quién me inclinaré? Si la desobediencia es lo mío,
¿a quién terminaré por complacer?
Pero siendo bien franco, estoy más a favor de… maldita sea, me quedé sin tinta.

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